Pasamos la vida intentando demostrar, intentando querer ser quien en realidad no somos, es muy difícil llegar al punto en el cual no importa qué piensen los demás... Porque en realidad importa, en realidad la felicidad pasa inevitablemente por qué piensa el resto. Admiro a aquéllas personas que sinceramente les importa nada lo que el resto piense, las admiro si es que existen, porque para mí es prácticamente imposible. A ese punto se llega con una cuota de locura, locura en serio. Sino, es imposible. Nuestra conciencia no nos deja.
El punto, o el grano podría decir del tema, es que ayer aprendí a conocer a alguien. Esas personas que las ves y decís: "Es feliz". Yo veía a este chico y decía, no le falta nada! Pero ayer hablando descubrí que no era así... Descubrí que nadie, pero nadie, es perfecto, que nadie tiene la felicidad completa, que la felicidad completa no existe y que por eso, hay que aprender a vivir con no solo los errores, sino las cosas que provocan infelicidad. Porque es una realidad, siempre habrá cosas que no nos gusten, que nos provoquen un sentimiento raro, un vacío, algo que en realidad no nos llene por completo. Tenemos que luchar por encontrarlo y evitarlo, borrarlo. Por encontrar eso que no nos hace feliz. Pero debemos saber que al encontrarlo y de a poco ir eliminándolo aparecerá otra cosa, porque la felicidad completa no existe. El objetivo así de nuestra vida debe ser querer acercarnos lo más posible a lo que se llama felicidad, y creo que eso se logra simplemente aceptando que no existe. Y además con unos principios básicos:
- Enamorate primero de vos mismo para que los demás puedan hacerlo.
- Creéte hermoso, para que los demás vean la hermosura en vos.
- Sé humilde, porque creérse hermoso significa eso, creerlo. No demostrarlo.
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