23.4.10

21.4.10

Only exception

No se porque hoy me acordé de un mensaje en el que me dijiste: Tengo todo el tiempo del mundo para que algún día podamos ser algo más de lo que somos. Y con esas palabras me gustaste aún más.
No se porque escribo lo siguiente, y no se si debería hacerlo acá, pero visto y considerando que es un espacio bastante secreto... en fin... dije que no soporto los te amo rápidos. De diciembre a ahora, ¿es muy rápido?

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18.4.10

Triunfador vs. perdedor

El triunfador siempre es parte de la solucion,
el perdedor siempre es parte del problema.
El triunfador siempre tiene un motivo,
el perdedor siempre tiene una excusa.
El triunfador dice: dejame hacerlo por ti,
el perdedor dice: esto no es parte de mi trabajo.
El triunfador encuentra una solucion a cada problema,
el perdedor encuentra un problema a cada solucion.
El perdedor no ve rosas sin espinas,
el triunfador no ve espinas sin rosas.
el triunfador dice: Podra ser dificil, pero es posible.
El perdedor dice: Podra ser posible, pero es demasiado dificil.

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TEVE

Por fin tengo tele en la habitación. No se si es bueno o malo, no se si es verdad que ahora voy a estar incluso más tiempo del que ya pasaba encerrada en mi habitación, entre la notebook, la tele y el celular... Mi habitación es mi mundo.
De paso, la ordené y cambié el lugar de algunas cosas, tiré cosas viejas... y quedó linda. Igual mi cama sigue siendo demasiado grande para mí sola, yo lo quiero a él acá conmigo.

En cuanto al Fortín, digo una sola cosa: a pensar en la Libertadores.


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16.4.10

Tía

¡Juan Pablo quiero un sobrino!
¿Y no le pediste a tu hermana?
Sí, y me dijo que ella también. Y yo le dije: bueno. Y me dijo: ¡Florencia, no hagas boludeces eh!
Bueno, si querés yo te dejo que Felipao sea tu sobrino también.
¿En serio?
Sí, amor.




AAAAAAAY como me encantás

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15.4.10

Fortin de mi vida

"TAC, TAC, TAC, TAC... Así juega el equipo de Ricardo Gareca"

13.4.10

Fusión de belleza

¿Por qué me gustas tanto tanto tanto tanto tanto? ¿Me explicás?
Pará de ser tan caprichosito lindo, que yo te quiero más.

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12.4.10

Esperándome

A veces me pregunto cuál es el motivo de nuestra espera. La impaciencia es una utopía, caso contrario ya estaríamos psicotizados. Desde que nacemos, esperamos que mamá nos de la mamadera, esperamos que el abuelo nos compre el caramelo, esperamos que termine el día para ir a jugar a lo de mi amiguita, esperamos empezar la primaria, esperamos aprender a leer y escribir, esperamos el momento en que podamos leer nosotros mismos nuestro primer libro, esperamos ser como los del patio grande, esperamos tener el buzo de colores en séptimo, esperamos la secundaria -donde nos sentimos RE grandes-, esperamos la primera vez que nos dejan ir a matinee, esperamos el primer beso, esperamos pasar tercer año -que dicen que es el más difícil-, esperamos el fin de semana para nuestras primeras salidas de noche, esperamos que pase la época de pruebas, esperamos los feriados, esperamos las vacaciones de invierno, esperamos que llegue la fecha de ese recital, esperamos los buzos, el último año, Bariloche, esperamos el diploma, esperamos empezar la universidad, esperamos nuestro primer trabajo...
Y espero seguir teniendo la paciencia para, poco a poco, seguir alcanzando todo lo que espero.

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A lo cubano

Hay personas que a uno no le mueven mucho el piso, por más esfuerzo que haga. Hay momentos de la vida en los que uno no quiere determinadas cosas, y pueden moverse cielo y tierra para que uno cambie de parecer, pero si la posición es firme, nadie logrará esa transformación en el juicio propio. Sin embargo, hay personas que por más que no puedan lograr eso, aún intentándolo perseverantemente, pueden lograr otras. Ayer, hablando con una de esas personas -la cual me saca una sonrisa seguido, vale la aclaración-, me di cuenta de algo que me dio mucha bronca:
No se nada de la Revolución Cubana.

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10.4.10

CSyD Glorias Argentinas VS. CASLA

Cueeeeervoooooo, no rompas las pelooooooooooootaaaaas,
vos no tenés los hueeeevos que tienen las del Gloooooooorias!

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Qué Noche Teté

KA LA MA TA!

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8.4.10

Vélez Sársfield

DALE FORTÍN,

¿No leíste que me gusta ganar?
¡Bar ya cerró el msn!

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Extraño

Ir a Tenis Point y que Román me haga reír.
La pre-temporada en la quinta.
Las charlas con Maia.
Mar del Plata con las chicas.
A Josie, Dante, Tía Cindy y Tío Vicente.
Tener la cabeza en blanco
Ir a bailar con Bar.
A Ro.
A JP.
Ir a la cancha a ver ganar al Fortín.
Inglaterra

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7.4.10

Me gusta

Me gusta que mamá se levante todas las mañanas a hacerme el desayuno.
Me gusta que Bar venga a dormir a casa y quedarnos toda la noche hablando de todo.
Me gusta que JP tenga mensajes ilimitados.
Me gustan sus besos, mucho.
Me gusta estar en los actos del colegio.
Me gusta ayudar a la gente.
Me gusta escuchar la radio.
Me gusta que me diga bombón.
Me gusta tener registro y manejar.
Me gusta leer.
Me gusta cuando JP se desubica y al toque me dice: perdón.
Me gusta mucho ir a bailar con las chicas.
Me gustan Las Pastillas del Abuelo.
Me gusta que me cuenten chistes.
Me gusta la personalidad de JP.
Me gusta el nombre Cristiano.
Me gusta ser de Vélez.
Me gusta hablar por teléfono con él.
Me gusta jugar al voley.
Me gusta el Glorias.
Me gusta salir con las chicas del club.
Me gusta que voy a empezar portugués.
Me gusta el inglés.
Me gusta mi buzo de egresados.
Me gusta llevarme mejor con Vicky.
Me gusta cuando mamá me deja hacer cosas sin decirme nada.
Me gustan las uñas pintadas.
Me gusta como le queda la gorrita.
Me gusta que haya venido a Mardel.
Me gusta abrazarlo.
Me gusta hablar con él.
Me gusta tener idea de qué quiero para mi futuro.
Me gusta que este año sea el mundial.
Me gusta que con Laly pensemos diferente y nos llevemos tan bien.
Me gusta el capitalismo.
Me gusta creer.
Me gusta que venga Maty a bailar.
Me gusta que no me importe nadie más que JP.
Me gusta que voy a poder tener el auto unos días.
Me gusta pensar que algún día voy a tener más tiempo para hacer lo que quiera.
Me gusta hacer las cosas hasta el final.
Me gusta perseverar.
Me gusta ganar.
Me gusta que sub18 vaya invicto.
Me gusta el equipo de sub18.
Me gusta el armado de Anto.
Me gustan los chistes de Lu.
Me gusta que me haya vuelto a hablar.
Me gusta hablar con Romita.
Me gusta el día y la noche.
Me gusta soñar.
Me gusta luchar.
Me gusta proponerme algo y alcanzarlo.
Me gustas vos!

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Dime si eres feliz

Remontarse al pasado a veces hace bien, hoy me sacaste una sonrisa y una lágrima.
Que estés mal es algo que me rompe el alma. Vos sabés que todavía te quiero.
Te quiero, bien. Sin intenciones. Simplemente te quiero.

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6.4.10

Pegarle a un maestro

Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente.

Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir.

Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario.

Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza.

Lo saben sus padres.

Lo saben sus abuelos.

Lo sabe el tutor o encargado.

Lo saben los que no tienen estudios completos.

Lo sabe el repetidor.

Lo sabe el de mala conducta.

Lo sabe el que falta siempre.

Lo sabe el rateado.

Lo sabe el bochado.

Lo sabe hasta un analfabeto.

No se le pega a un maestro.

No se le puede pegar a un maestro.

A los maestros no se les pega.

Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores.

Son unos burros.

No saben lo más primario.

Lo que saben es matar a un maestro.

Lo que saben es tirarles granadas de gas lacrimógeno.

Lo que saben es golpearlos con un palo.

Lo que saben es dispararles balas de goma.

A los maestros.

A maestros.

Lo que no saben es que se puede discutir con un maestro.

Lo que no saben es que se puede estar en desacuerdo con lo que el maestro dice o hace.

Lo que no saben es que un maestro puede tener razón o no tenerla.

Pero no se le puede pegar a un maestro.

No se le pega a un maestro.

A los maestros no se les pega.

Y no lo saben porque son unos burros.

Y si no lo saben que lo aprendan.

Y si les cuesta aprenderlo que lo aprendan igual.

Y si no lo quieren aprender por las buenas, que lo aprendan por las malas.

Que se vuelvan a sus casas y escriban mil veces en sus cuadernos lo que todo el mundo sabe menos ellos, que lo repitan como loros hasta que se les grabe, se les fije en la cabeza, lo reciten de memoria y no se lo olviden por el resto de su vida; ellos y los que los sucedan, ellos y los demás gobernadores, los de ahora, los del año próximo y los sucesores de los sucesores, que aprendan lo que saben los chicos de cuatro años, de seis, de doce, los adolescentes de diecisiete, los rateados, los bochados, los analfabetos, los repetidores, los padres, los abuelos, los tutores o encargados, con o sin estudios completos:

Que no se le pega a un maestro.

No se le puede pegar a un maestro.

No debo pegarle a un maestro.

A los maestros no se les pega.

Sepan, conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza: los maestros son sagrados.

Por Mex Urtizberea
Para LA NACION

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Si hay algo que realmente no tolero es la falta de importancia que en muchos casos se le atribuye a la educación. Pero el gobierno de un pueblo es el reflejo del mismo, lamentablemente.


Posdata

Hoy me levanté pensando -además de en el koalita hermoso- en la frase "bien parado o en la lona, hay que ser buena persona". O en realidad no se si me levanté pensando en eso, o pensando en que hay que intentar ser mejores personas constantemente y así se me vino a la cabeza la frase. La cuestión es que, en el momento en que somos buenas personas sentimos una satisfacción que no se cambia por nada.

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5.4.10

Así vivimos - Posmodernidad

La posmodernidad comienza aproximadamente en el año 1950 con la aparición de la TV como suceso clave. A partir de ese momento fue cada vez más común encontrar en cada living de las casas una Televisión. Con ella apareció acentuada una de las características de la era posmoderna: la inmediatez. Los Mass media (medios masivos) son un claro ejemplo de esto: en los noticieros encontramos “noticias de último momento”, las cuales son transmitidas en vivo y en directo por la pantalla, y con las cuales no hay que esperar más a la última edición del diario para poder estar actualizado.

Es habitual encender la televisión y ver avisos publicitarios con el slogan "Llame Ya!" y con tentadoras publicidades. Ofreciendo productos de diversos estilos y resaltando la rapidez y efectividad inmediata de los mismos, venden estratégicamente a una sociedad adicta al consumo. Muchas de sus ofertas se tratan de elementos tales como "cinturón masajeador modelador de cuerpo", "pilates power gym" o "pastillas reductoras de peso", incluyendo descripciones como: "la fórmula maravillosa para un nuevo cuerpo..." o "dele una nueva forma a su cuerpo...", fomentando la idea predominante en nuestra sociedad posmoderna de que la imagen está por sobre cualquier valor espiritual.

En los años ‘80, nace un período llamado New Age (en inglés: nueva era) - de allí el nombre del vino popular con la imagen de la mujer en su etiqueta, el cual se hace eco del estilo de vida adoptado en estos años - con el comienzo de las cirugías estéticas. La importancia del aspecto físico hoy en día supera los límites de la racionalidad, llegando así a puntos extremos como lo son no sólo dichas cirugías, realizadas en exceso y sin control, sino también los tatuajes y piercings que abundan entre los adolescentes - y también los no tan jóvenes -. Asimismo, existe una tendencia a no dar la edad verdadera o a siempre pretender no aparentarla. Aparece además en este ciclo la llamada “cultura light” - con la cual se procura simular una vida más sana y más feliz - y con ella, el llamado por Enrique Rojas “hombre light”, y definido por el mismo autor como “sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero carece de criterios sólidos. Todo para él es etéreo, leve, volátil, banal, es permisivo”. Bajo la justificación de ‘somos libres’ se realizan cada vez más modificaciones al cuerpo con el simple objetivo de estar más lindo. La pregunta que debemos hacernos es ¿hasta qué punto somos libres? ser libres implica no sólo tener la libertad de realizar lo que queramos, sino también tener la posibilidad de contar con el dinero para hacerlo. ¿O cuando decimos ‘somos libres’ en realidad estamos refiriéndonos a ‘ser propios’? Argumentos como “me hago una cirugía porque yo así puedo sentirme mejor, porque no estoy bien con mi cuerpo” son escuchados a diario. Y seguramente sean verdad. El punto es cómo se pudo llegar a tal extremo de inconformismo. La sociedad impone, muchas veces a través de los medios (sean programas de televisión, publicidades, diarios, revistas; donde encontramos modelos flaquísimas o modelos híper-musculosos) un estereotipo de cuerpo en el que predomina lo que hoy llamamos ‘perfección’. Y esto es lo que lleva a la falta de conformidad con uno mismo y a la necesidad de factores externos para poder sentirnos mejor (aunque nunca sentirnos completamente bien). La estética -conjuntamente con la sociedad- nos lleva a querer ser otro, porque nos aburrimos de nosotros mismos, porque necesitamos estar en constante cambio hasta un punto en que ya no somos más nosotros, somos otro. Juan José Saer en su cuento ‘El que se llora’ relata la historia de un hombre que se sueña llorándose a sí mismo. Está llorando todo lo que no pudo ser, lo que no pudo lograr. Y se llora a sí mismo porque se da cuenta que no logró ser eso que quería ser. Es, como nos pasa a nosotros, un trauma por no alcanzar aquél sueño que tanto quería. Por lo tanto, el deseo de cambio no sólo nos provoca inconformismo con nosotros mismos, sino también al no lograrlo sentimos frustración y profunda tristeza.

En la antigua Grecia, los actores eran llamados hipócritas. Ésto se debía a que, naturalmente, actuando no se mostraban como eran. Actualmente hay una idea común de no mostrarse tal cual uno es. Podemos notarlo por un lado, retomando la idea de no dar la edad que se tiene realmente, y por otro lo encontramos acentuado entre los más jóvenes. Como dice Beatriz Sarlo: “La chica elige el disfraz y luego lo pone, (…) el disfraz es más importante que el cuerpo” #. Lo importante es lo que se usa. Ya no importa la forma del cuerpo de cada uno porque lo fundamental es lo que cada uno ponga sobre el cuerpo. Así también, los disfraces cambian según la ocasión. Sarlo menciona: “Hay cosas que sólo se pueden ver en una discoteca; el vestido de fiesta, en cambio, se podía usar para ir a un teatro o a un casamiento”#. Hay en los adolescentes un estallido de subjetividad: ya no se tienen ideas o convencimientos propios y lo que vale es lo externo. Los jóvenes tienen la necesidad de mostrarse de una forma que no lo son realmente para poder, de una forma u otra; algunas con ropa llamativa y provocativa, otros con un piercing o algún color de pelo inusual, resaltar entre un grupo dentro del cual cada vez se notan menos las diferencias; y a la vez hay cada vez más grupos.

Una actividad usual entre estos grupos es salir de compras. Comprar entre amigos pasó a ser una actividad común, sea por el hecho de que se muestren entre ellos cómo les queda la ropa y elijan entre todos la opción que más convenga; donde predomina una característica fundamental del posmodernismo: la pérdida de la personalidad individual, o simplemente para utilizar el shopping cómo punto de encuentro para una salida. Comprar pasó a ser una actividad de todos los días, hasta un punto en el cual se compra porque sí. Pasó en muchos casos a convertirse en adicción. Ante un ataque de nervios, me voy al shopping y compro. Lo que sea, lo primero que vea que me guste. En este lugar tan frecuentado, encontramos no solo negocios de ropa, sino también otros que venden diferentes tipos de objetos de decoración y hasta un “patio de comidas”. Algunos hasta se unen con supermercados y mercados que venden artículos para el hogar. Así, se convierten en espacios donde encontramos todo en un solo lugar, y no hay que esperar o perder tiempo trasladándose de un lugar a otro, sino que, los shopping son muy efectivos para la tendencia actual a la inmediatez y a tener todo ya. Sarlo los define como “pequeñas ciudades”, y son ellas quienes imponen lo que debemos consumir y cómo lo debemos consumir. Impone modelos que inconscientemente la sociedad quiere seguir, una estética estándar; y es cuando no se logra asemejarse a lo impuesto que se vuelve al sentimiento de inconformismo. Y es también ante el inconformismo que se necesita consumir para poder llegar a la satisfacción que a la vez nunca es total. Queremos tenerlo todo, pero nunca nos ponemos a pensar cuál es en realidad el significado de tenerlo todo. Nunca tenemos todo, pero tampoco tenemos nada; siempre tenemos algo, lo cual no valoramos por estar anhelando algo más. Sarlo menciona también la idea de laberinto en los shopping: hay muchos caminos bifurcados, muchas opciones para elegir, y no se sabe cuál es la correcta. Y aquí volvemos al cuento de Saer “El que se llora”, donde tiene tantas opciones para elegir que no sabe cómo elegirlas, donde lo invade un sentimiento profundo de indecisión e incertidumbre al no entender todo por completo.

Si nos ponemos a pensar en la ubicación de los shopping, están generalmente aislados del centro de la ciudad. Sin ir más lejos, el nuevo DOT BAIRES es un claro ejemplo de ésto. Ingresar a uno de estos lugares muchas veces acentúa la idea posmoderna del individualismo. Cada uno camina por su lado, o con su grupo, pero nunca se relaciona con otros. Se pierde la noción del tiempo, y solo importa el hecho de comprar. En el cuento de Juan Jose Saer “Al abrigo” el protagonista se siente solo en el momento en que lo que lo rodea se cae al no saber hasta qué punto todo es real. Y en los shopping pasa lo mismo. Salimos de la realidad para entrar en otra más cómoda, donde contamos con seguridad, limpieza, iluminación, locales decorados de tal forma que creemos que salimos del mundo en el que vivimos y entramos en uno en el cual nada malo puede sucedernos. Y por eso también entramos en nuestro propio mundo, en el cual no nos involucramos con el otro, contrayendo así menos compromisos. Al encontrar esa comodidad, frecuentamos este lugar de tal forma y tan a menudo que pasó, en la era posmoderna, a reemplazar a los bares, clubes, a
la salida a la plaza.

Salir de compras porque sí no es nada inusual y muchas veces implica comprar objetos a los que luego no se les dé ningún uso. Así encontramos una actividad común en mucha gente: coleccionar. Coleccionar implica juntar elementos semejantes o del mismo tipo. La colección parte de un mecanismo que no es racional, se tienen objetos solo por tenerlos, sin ningún fin: Se junta algo a lo que no se le da utilidad. Sarlo dice: “En la colección las cosas tienen un alma que se enriquece a medida que la colección se enriquece: la vejez es valiosa en la colección” #. La colección produce en el coleccionista la sensación de posesión de objetos que con el tiempo van tomando un valor cada vez mas alto. Pasan a ser objetos hípersignificantes. Y no importa qué tantos objetos coleccione, sino importa el hecho de poder comprarlos y tenerlos. En el cuento ‘Al abrigo’, el protagonista guarda en el altillo billetes, y nadie lo sabe. Está de alguna forma coleccionándolos, y podemos encontrar en ello una manifestación del capitalismo. La base del capitalismo es la acumulación de dinero. Bajo este sistema, se está bien posicionado en la sociedad teniendo dinero. El protagonista así coleccionando dinero siente que puede pertenecer. También, al encontrar el diario íntimo siente nostalgia, y comienza a darle valor a ese objeto, pasa a ser para él un objeto híper-significante y a través de él empieza a comprender muchas características de la sociedad.
En contracara, encontramos a los llamados por Sarlo coleccionistas al revés. Coleccionar al revés incluye un sentimiento de aburrimiento de lo viejo y una adicción al cambio, a lo nuevo, a lo último. “Para el coleccionista al revés, su deseo no tiene objeto que pueda conformarlo, porque siempre habrá otro objeto que lo llame” #. Así, el fin de la colección es simplemente la posesión de los objetos, y una vez adquiridos pasan a perder valor, ya que habrá otro que lo supere y que será el objetivo del coleccionista hasta adquirirlo, momento en el cual nuevamente el objeto perderá su importancia, formando así un círculo sin fin con la constante anhelación de nuevos elementos.

La posmodernidad trajo consigo también cambios en el concepto de familia. Antes el modelo a seguir era claro: la mujer debía casarse y cumplir la función de madre y ama de casa, los estudios terciarios no eran importantes para ella; el hombre trabajaba y mantenía económicamente a su mujer y a sus hijos. Hoy, la llamada “familia posmoderna” difiere ampliamente de la “familia tipo” (madre y padre con hijos viviendo en la misma casa). Hay una disminución notable de casamientos, que da lugar a la convivencia sin compromiso alguno. La separación es un trámite, y así se enfatiza la falta de compromiso y la inestabilidad. En el cuento “Al abrigo”, al encontrar el diario íntimo el protagonista siente que pierde todo lo que tiene al comprender que lo oculto puede estar en cualquier lado. Se siente frustrado al percibir que de un día para otro puede perder todo lo que tiene. Aquí se refleja el oscilación en las relaciones. No asumir responsabilidades es una característica resaltante en los vínculos, viéndose esto reflejado por ejemplo en las parejas que deciden no casarse para no involucrar temas legales o no tener hijos. También aparecen como manifestación de la “libertad” que aparece en la posmodernidad el incremento de los divorcios o las uniones gay.

Los rasgos característicos de la posmodernidad se ven reflejados en la invasión tecnológica. En el cuento “La intrusa”, Pedro Orgambide personaliza una computadora para reflejar el despido de un empleado al ser reemplazado por la misma. Así es como la tecnología se insertó en nuestras vidas de forma tal que no se podría vivir sin ella. Las bases de datos de las empresas, la contabilidad y todo aquello necesario para llevar adelante a la misma depende de la tecnología para su correcto funcionamiento. Y no sólo eso, muchas relaciones se mantienen virtualmente, facilitando la comunicación en muchos casos: amigos, novios, familiares. Pero a la vez, en muchos casos se disminuyó. La televisión reemplazó la charla a la hora de la cena, el chat reemplazó encuentros en casas o salidas de amigos. En este sentido, la tecnología fomenta el individualismo y en el sentido laboral no se depende tanto de los recursos humanos. En la era posmoderna encontramos, entonces, un quiebre en las relaciones, un deseo de vivir el presente y no pensar en el futuro, de ahí la inestabilidad, y el individualismo frente a, también, la pérdida de la personalidad individual.

CITAS:
# SARLO, Beatriz: Escenas de la vida posmoderna, Ariel, 1994.

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Mas razones

Vos tenés que saber que pienso en vos cada segundo de mis días y no paro de imaginarme mi vida al lado tuyo. Así, como ahora. Feliz.

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4.4.10

La intrusa


de Pedro Orgambide

Ella tuvo la culpa, señor Juez. Hasta entonces, hasta el día que llegó, nadie se quejó de mi conducta. Puedo decirlo con la frente bien alta. Yo era el primero en llegar a la oficina y el último en irme. Mi escritorio era el más limpio de todos. Jamás me olvidé de cubrir la máquina de calcular, por ejemplo, o de planchar con mis propias manos el papel carbónico.

El año pasado, sin ir muy lejos, recibí una medalla del mismo gerente. En cuanto a ésa, me pareció sospechosa desde el primer momento. Vino con tantas ínfulas a la oficina. Además ¡qué exageración! recibirla con un discurso, como si fuera una princesa. Yo seguí trabajando como si nada pasara. Los otros se deshacían en elogios. Alguno deslumbrado, se atrevía a rozarla con la mano. ¿Cree usted que yo me inmuté por eso, Señor Juez? No. Tengo mis principios y no los voy a cambiar de un día para el otro. Pero hay cosas que colman la medida. La intrusa, poco a poco, me fue invadiendo. Comencé a perder el apetito. Mi mujer me compró un tónico, pero sin resultado. ¡Si hasta se me caía el pelo, señor, y soñaba con ella! Todo lo soporté, todo. Menos lo de ayer. "González - me dijo el Gerente - lamento decirle que la empresa ha decidido prescindir de sus servicios". Veinte años, Señor Juez, veinte años tirados a la basura. Supe que ella fue con la alcahuetería. Y yo, que nunca dije una mala palabra, la insulté. Sí, confieso que la insulté, señor Juez, y que le pegué con todas mis fuerzas. Fui yo quien le dio con el fierro. Le gritaba y estaba como loco. Ella tuvo la culpa. Arruinó mi carrera , la vida de un hombre honrado, señor. Me perdí por una extranjera, por una miserable computadora, por un pedazo de lata, como quien dice.

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3.4.10

Fuera de contexto

Pasé de una relación en la que fue todo rápido - ponerme de novia la segunda vez que salíamos, conocer familias, entrar en las respectivas casas, y todo lo que implica un noviazgo - a un estado que no tiene palabras concretas para definirlo, pero yo diría que es algo parecido, solo sin involucrar al resto, sin que importen amigos, familia, o quien sea que se entere.
Esto no significa que ando por la vida escondiéndome, pero tampoco mostrándome. La situación se va dando a conocer por sí sola, con el correr de los días. Pero no se oficializa, aunque sí. No es serio, aunque sí. No se conoce a las familias, aunque ellas - o por lo menos la mía - saben de la existencia de la otra persona.
Y descubrí que así soy capaz de valorar en serio. De querer en serio, sin importar qué piense el resto. Descubrí que las cosas son mejores si se hacen más tranquilas, sin apuros, sintiendo cada momento, disfrutando cada segundo al existir la incertidumbre del próximo encuentro. Con ganas siempre de más. Y con la certeza de que lo que siento es real, y no lo siento por la situación - ya que la situación en sí no existe, no existe un contexto que acompañe el "supuesto" sentimiento en tal caso -, sino que lo siento con el corazón.

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1.4.10

¿Por qué?

Porque me llenás el corazón de algo que no se puede explicar con palabras.

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Mentir

La mentira es algo que realmente no tolero, así como la falsedad. Pero a la vez, no puedo evitar sentirme falsa diciéndolo. Es cuestión de no soportar algo de lo que a la vez, es inevitable abstenerse. Al decir "yo no miento", estaría mintiendo.

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